El Open Data inverso



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Corren ríos de tinta sobre la información que existe dentro de la Administración y que puede -y debe- ser liberada para su reutilización por terceros. Ahí está toda la información sobre el estado de las ciudades para su uso en aplicaciones de optimización del tráfico, la información padronal (convenientemente anonimizada) para los estudios de geo-marketing, información sobre el transporte público, información sobre los museos para realizar visitas virtuales,...

Pero se habla muchísimo menos, por no decir nada, de toda la información que la Administración Pública necesitará para poder desempeñar su labor en un futuro no muy lejano.


Las operadoras

Representación de los teléfonos móviles sobre plano
Las operadoras de telefonía tienen una valiosísima información que a buen seguro comenzarán a rentabilizar como servicio más pronto que tarde: la geolocalización masiva de sus clientes.

Hay informes que aseguran que un usuario medio no se separa de su teléfono móvil más de cinco metros en ningún momento del día, ningún día del año. Esto, unido a su descomunal penetración -por encima del 100%-, permite crear casos de uso clarísimos para terceros y también para la Administración.

Uno muy simple: La medición de la densidad del tráfico. No hay muchas dudas de que hay un atasco en la carretera cuando se detecta que hay un elevado número de smartphones en una posición fija. Es una forma infinitamente más barata de detectar la densidad del tráfico frente a llenar los márgenes de las autopistas de sensores inteligentes.

Esta misma georreferencia (sin necesidad de identificar a personas concretas para no entrar en problemas de privacidad) permite contar automáticamente los asistentes a una manifestación, identificar el riesgo potencial de avalanchas en un evento de masas, conocer el flujo de personas por las ciudades para un mejor dimensionamiento del transporte público, conocer los movimientos de los turistas por la ciudad,...


Las entidades financieras

La información de utilización de tarjetas de crédito (anonimizada, conociendo solo importe y lugar) también puede ser enormemente relevante para las Administraciones. Permite conocer con un nivel de detalle sin precedentes la salud comercial de las ciudades o el impacto económico de eventos deportivos, culturales o de negocios. El BBVA ha hecho algunos experimentos muy interesantes sobre ésto en el sitio web www.mwcimpact.com.

La información de la utilización de las tarjetas permitiría a las Administraciones medir el retorno económico por cada euro invertido en la promoción o patrocinio de los diferentes eventos de negocio y con ello centrarse en aquellos realmente interesantes.

Para la Administración sería una información muy valiosa y para la Banca supondría rizar el rizo: rentabilizar la información sobre las operaciones de pago con tarjeta que ya son de por sí negocio.


Los propios ciudadanos

Pero quizá la vía más clara pero menos explorada para obtener información sea el propio ciudadano mediante la creación de aplicaciones adhoc para sus teléfonos móviles.

Con la aplicación adecuada y tras ganarse la confianza y empatizar con el ciudadano, se puede obtener información realmente valiosa. Por ejemplo, se puede tener un exhaustivo mapa del nivel de ruido de la ciudad mediante la capacidad de los smartphones para identificar y filtrar el sonido ambiente durante una conversación. Se pueden hacer otras cosas mucho más sofisticadas como detectar carreteras en mal estado en base a la posición GPS y el acelerómetro del smartphone, que identifica cambios bruscos de posición. O incluso se puede medir la intensidad lumínica de las farolas en tiempo real basándose en algo tan simple como medición de la retroiluminación de la pantalla del móvil al usarlo en un lugar con poca luz.

Y las aplicaciones prácticas no pararán de crecer a medida que se combinan diferentes fuentes de información del móvil, al tiempo que se incrementan los sensores variopintos incluidos en los smartphones. Es probable que en un futuro cercano una gran parte de las fuentes de información del concepto smartcity descanse sobre tecnologías en las que el ciudadano es el centro indiscutible.


Finalizando

En el caso de la información de las operadoras o la banca tan solo hay que salvar pequeños detalles sobre la privacidad, garantizando que toda la información es completamente anónima. Tan pronto como esta información esté disponible como un servicio surgirán conceptos como las tarjetas de fidelidad virtuales, estudios de mercado a la carta, verdaderos asistentes virtuales,... y todo en tiempo real.

La información proveniente de los ciudadanos es probablemente la más barata y sencilla de obtener pero para ello el ciudadano debe confiar en la Administración, confiar en que ésta no usará su información para otros fines diferentes de los indicados. Hay que dar con la aplicación adecuada y ganarse su confianza garantizando que la información jamás será utilizada para usos diferentes de los propuestos. Esta confianza se gana con muchos años de esfuerzo y se pierde en un suspiro...


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