¿Son compatibles la web y la televisión?



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La televisión de Google, Apple y Microsoft
Apple, Google y Microsoft están a la carrera por posicionarse en el mercado emergente de las televisiones inteligentes, la televisión IP, la televisión web o como quiera que se le termine llamando.

La idea a priori no parece mala y plantea dos grandes ventajas: poder consumir en la televisión los servicios de la web y poder utilizar Internet como medio de transporte. Empecemos por la segunda, y dejemos la diversión para el final.


Internet como medio de transporte de la televisión

Televisión online o televisión con acceso a Internet
Transmitir la señal de televisión mediante redes IP no es nada nuevo ni a estas alturas sofisticado. IP ha demostrado ser un protocolo suficientemente abierto y flexible como para poder soportar cuantas cargas se le han ido echando y el futuro paso a IPv6 (si algún día termina ocurriendo) le garantiza el crecimiento y escalabilidad necesarios.

Al utilizar protocolos IP como medio de transmisión se pasa de un modo 1 a N, donde los productores de contenidos tienen una programación y los consumidores (en masa) deben adaptarse a ella, a un modo 1 a 1 donde es el consumidor quien decide qué programa ve independientemente de la hora a la que éste se transmita. Es el concepto de video-club online llevado al extremo ya que permite incorporar a la televisión las ventajas respecto al poder de decisión del consumidor de las que ya disfrutan, por ejemplo, los periódicos online o YouTube.


Las diferencias de consumir web y consumir televisión

Ver la televisión es una actividad radicalmente diferente que navegar por la web. Navegar exige activar partes de la región prefrontal del cerebro asociadas a la toma de decisiones ya que una vez tras otra se debe decidir qué partes de la pantalla leer, si hacer scroll o no, si pinchar en uno u otro enlace, volver atrás,... Durante la navegación web se genera adrenalina, una hormona de acción.

Dormido frente a la televisión
Sin embargo, ver la televisión es una actividad absolutamente pasiva. Únicamente hay que sentarse delante del televisor y dar rienda suelta al cerebro para que comience a segregar serotonina, la hormona que regula el humor, el estado de ánimo y el sueño, entre otras cosas; no hay que tomar ningún tipo de decisión, a lo sumo cambiar de canal si el contenido no engancha (no se genera suficiente serotonina) o hay un corte de publicidad.

Quizá por eso no molesta estar viendo la televisión de forma pasiva junto a otras personas, pero nos incomoda un poco más estar viendo contenidos de la web cuando es otro quien maneja el ratón.

Tampoco es lo mismo ver contenidos en un teléfono móvil, un PC/tableta o una televisión de 32 pulgadas. La distancia a la que se sitúa el dispositivo (se sigue instintivamente la regla 1-2-10 para determinar el número de pies de distancia al que se sitúan el móvil, el ordenador y la televisión respectivamente) afecta radicalmente a lo que el usuario recibe a través de sus sentidos.

Según parece, el nivel de concentración y aislamiento de la realidad disminuye a medida que aumenta el tamaño de la pantalla: la pantalla del móvil nos aísla por completo, el PC y la tableta nos aísla, aunque menos -tenemos más conciencia de lo que ocurre a nuestro alrededor- y la televisión nos aísla bastante poco, lo que la convierte en un medio mucho más social.

Es fácil comprobar esto último al ver como en ocasiones hay varias personas en corrillo manejando su teléfono móvil, absolutamente absortos y sin tener la más mínima consciencia de lo que está haciendo o diciendo la persona que tiene a apenas 50 centímetros de él. Esto ocurre en muchísima menor medida cuando están delante de una televisión.


Tres empresas, tres enfoques

Microsoft ha aprendido que los usuarios no quieren cosas complejas en la televisión y lo ha aprendido de la forma más cara: mediante la experiencia. Quizá por ello su propuesta de valor sea ahora un simple "Your TV. Everywhere" que básicamente hace referencia a las ventajas de Internet como medio de transmisión y se olvida por completo de intentar llevar un desktop de Windows (eso era básicamente Windows Media Center) a la televisión del salón. En su nueva apuesta juega con una gran baza, Kinect y Xbox.

Apple no es menos y su amor por lo sencillo está claramente reflejado en su "Apple TV - Alquila los últimos estrenos en HD sin moverte" que únicamente hace referencia a la capacidad de llegada de Internet  permitiendo acceder a cualquier contenido, a cualquier hora y desde cualquier lugar. De entrada, se olvida por completo del resto.

Sin embargo, el enfoque de Google es "TV, apps, search and the entire web... together at last. Your TV just got smarter" que, en esencia, se parece mucho a lo que Microsoft intentó hace años con Windows Media Center. Cuesta pensar en varias personas viendo la televisión en el salón mientras uno de ellos pone en pausa la película para hacer una búsqueda en Google. El lío está garantizado.

¿Cual es más acertado?


Enlaces relacionados:

     › www.apple.com/es/appletv
     › www.google.com/tv
     › www.microsoft.com/mediaroom



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Tecnología elitista en tiempos difíciles



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iPhone con diamantes
En unas semanas aparecerá el nuevo iPhone y casi con absoluta seguridad volverán a repetirse imágenes de impacientes clientes haciendo cola en la calle durante toda la noche para ser los primeros en poseer su preciado tesoro. Y lo mejor de todo, serán realmente felices por haber tenido el privilegio de pagar en torno a 600 € por un teléfono móvil.

Probablemente, el ser humano es la única especie de la cadena evolutiva con la capacidad de pensamiento simbólico suficiente como para pagar 600 € por un teléfono móvil, teniendo en cuenta la complicada coyuntura económica y el sueldo medio de la zona Euro, que se sitúa algo por encima de los 27.000 € brutos anuales (unos 1.500 € netos mensuales en catorce mensualidades).

Salario medio bruto en la UE
Vistos los números, cualquiera diría que nos hemos vuelto todos locos. O tal vez ha surgido una legión de descerebrados de debajo de las piedras. Pues parece que ni lo uno ni lo otro.


Poder simbólico

El iPhone o el iPad son una categoría de producto en sí mismos. En el caso del iPad hay una clara asociación marca-producto, tal y como le ocurre a Donuts, Albal, Bitter Kas, Dodotis o Tampax. La gente en general habla de iPad cuando quiere referirse a una tableta cualquiera. En el caso del iPhone ocurre algo parecido ya que Apple ha conseguido convencernos de que existen dos tipos de teléfonos: iPhone y el resto.

Ambos crean su propia categoría de poder simbólico. Tal y como ocurre con los coches, poseer un buen teléfono móvil, y el iPhone lo es, se asocia consciente o inconscientemente con un determinado estatus social y económico y eso, en parte, justifica las colas.

Incluso hay estudios que se atreven a asociar el disponer de un determinado tipo de teléfono móvil con la probabilidad de tener relaciones sexuales.


Cambio de reparto económico
Incremento del gasto en los hogares 1997-2009

Pero hay algo más que se está obviando y es que el reparto del gasto en las familias ha variado sustancialmente en los últimos años.

Según los datos del INE, entre los años 1997 y 2009 el grupo de gasto que más ha crecido en las familias ha sido el dedicado a las comunicaciones que engloba tanto la compra de terminales como el gasto corriente en teléfono. De hecho, ha crecido a un ritmo 10 veces superior a otros grupos como la enseñanza o ropa y calzado y a más del doble de velocidad que gastos que se sabe que han crecido considerablemente como la vivienda.

Y la tendencia a aumentar el consumo telefónico parece que se acelera porque centrando el análisis en los últimos cuatro años se puede observar que el gasto por este concepto ha pasado del 2,84% al 3,36% del presupuesto total de gasto de las familias que, para cubrir este incremento, retraen el consumo en todas las demás partidas salvo en la vivienda. De hecho, las comunicaciones y la vivienda son las únicas partidas de gasto en las familias que no se han visto afectadas por la crisis ya que son las únicas que crecen entre 2008 y 2009.

Gasto en las familias 2006-2009

La necesidad de comunicación de los humanos es evidente, tanto que a juzgar por los datos se podría afirmar que las familias consideran el creciente gasto telefónico como un elemento de primera necesidad, por encima de la salud, enseñanza, ropa y calzado... Curioso.


Bola extra 1

Buceando un poco más en la Encuesta de Presupuestos Familiares se observa que el grupo de consumo 8 está formado por dos subgrupos, uno dedicado al coste de los terminales y otro al consumo en sí. Los datos dicen que el primero baja ligeramente y que el segundo sube de forma considerable, y de ahí la subida del grupo en su conjunto.

Esto cuestiona en gran medida la información de las operadoras de que no es sostenible la financiación de los terminales ya que lo que pierden al regalar teléfonos lo recuperan con creces con la facturación mensual. Es más, a juzgar por los datos deberían ser los propios clientes quienes no quisiesen que las operadoras les financiasen -a un supuesto tipo cero- ya que esto repercute muy negativamente en su gasto mensual.


Bola extra 2

Es posible que todo esto justifique en parte el que en momentos económicos difíciles el mercado de PCs, como el de la práctica totalidad de bienes de consumo, esté sufriendo un duro ajuste mientras el iPhone desaparece de las baldas como un caramelo a la puerta de un colegio. Y probablemente es una razón mucho más sólida que la de que estamos en la era Post-PC. Cuando los bienes de consumo comiencen de nuevo a estar en la parte positiva de la gráfica será el momento de saber si el ajuste en el mercado del PC es debido a la crisis o hay algo más de fondo.


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El extraño benchmarking de TI de las Administraciones Públicas



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El benchmarking es, posiblemente, una de las mejores herramientas para conseguir mejoras en el funcionamiento de cualquier organización, pública o privada. Y aún más en el caso de las públicas que, por su propia idiosincrasia, no están sometidas directamente al rigor del día a día del mercado*.

En ese escenario, compararse con otras Administraciones puede ser un excelente mecanismo para medir la calidad y cantidad de los servicios prestados a la ciudadanía.

Pero para que los resultados sean válidos es imprescindible que los elementos a medir sean relevantes (Perogrullo dixit).



La Administración Pública y el benchmarking de TI

A mediados de Julio la Fundación Orange presentaba su informe anual sobre la Sociedad de la Información y como anexos al informe se facilitaban dos documentos sobre los servicios públicos online en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. La información de los anexos es realmente relevante para conocer la situación de cada Administración dentro del mapa global pero, ¿es apropiado lo que se mide?

El informe asocia un mayor desarrollo de la sociedad de la información en la Administración con el número de procedimientos administrativos disponibles online lo que, en principio, podría parecer correcto. A fin de cuentas, llevando las TI al mundo real, sería razonablemente equivalente a comparar el nivel de infraestructuras de un país en base al número de kilómetros de autopistas, aeropuertos o líneas de tren de alta velocidad. Así, el informe asigna la máxima puntuación a quien mantiene online los 20 procedimientos seleccionados.

Pero hay algo que se está pasando por alto: el nivel de utilización de las vías telemáticas para relacionarse con la Administración es realmente ínfimo.

El gráfico adjunto -extraído de los datos del informe- muestra a las claras que muchos de los trámites analizados tienen un nivel de aceptación menor del cinco por ciento.

Volviendo al símil del mundo real, esto sería equivalente a que se construyesen enormes autopistas por las que apenas circulase algún coche y además se premiase a quienes más infraestructuras de este tipo pusieran en marcha. Probablemente, alguien se cuestionaría si eran necesarias.


¿Qué prefieren los ciudadanos?

Los ciudadanos muestran claramente su predilección por el canal presencial relegando al canal telemático a un porcentaje realmente pequeño, en ocasiones prácticamente comparable con el vetusto y con imagen de poco techie canal telefónico.

Es muy significativo que incluso en la pura obtención de información, algo en lo que la Web es especialmente potente, el ciudadano prefiera el canal presencial frente al telemático con una diferencia del cien por cien.

Ante estas evidencias, ¿no sería razonable añadir a los parámetros del benchmarking alguna referencia al éxito en la utilización por parte de la ciudadanía, al rendimiento por euro invertido o cualquier otro indicador que permita medir de verdad el estado de la sociedad de la información en las Administraciones Públicas? Valorando parámetros adicionales se obligaría a las Administraciones a analizar las causas del bajo éxito a fin de mejorar los niveles de utilización y satisfacción. En definitiva, se podría medir la calidad además de la cantidad.

Se han hecho enormes esfuerzos para poner online una parte muy importante de la tramitación administrativa pero algo se está pasando por alto si la ciudadanía no utiliza estas nuevas herramientas. Algunas de las razones son: (a completar entre todos).

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