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Sistema abierto, ecosistema cerrado



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Logo de Apple, Windows y Linux
Hablando de sistemas operativos y fabricantes de hardware, no es descubrir nada nuevo asegurar que en el mercado del PC hay dos visiones absolutamente antagónicas respecto al desarrollo del negocio.

Por un lado Windows y Linux y su ecosistema abierto en el que cualquier fabricante de hardware puede vender sus maquinas con el sistema operativo preinstalado. En este modelo, los dueños del sistema operativo no se posicionan, al menos no claramente, por unos u otros fabricantes de hardware.

Y por otro lado está el Mac de Apple en el que ningún fabricante puede diseñar maquinas para él, únicamente el propio Apple puede hacerlo. Esta visión responde a la obsesión de Apple de controlar todo el proceso, desde el diseño hasta el punto de venta pasando por la fabricación, el marketing e incluso el embalaje.

En pura lógica, atendiendo a criterios de razonamiento empresarial clásico, mas competidores trabajando en un mejor producto debería generar mayor innovación para los clientes. El hecho de que haya más mentes pensantes -empresas- trabajando en la evolución de un producto y la propia competencia entre ellas debería provocar una mayor innovación. Parece lógico.


¿Y en los móviles y tabletas?

Sin embargo, esa misma lógica no parece estar aplicándose al mercado de tablets smartphones.

Como es de esperar, Apple no ha modificado un ápice su política de diseñar y fabricar como un todo tanto el hardware como el software del iPhone e iPad. Ningún proveedor tiene acceso al proceso en ningún punto, desde el diseño del producto hasta el punto de venta. Incluso las operadoras tienen vetado manchar los aparatos con sus logotipos -únicamente puede aparecer la manzana- ni pueden personalizar los terminales con tonos o imágenes preestablecidos, tal y como hacen con cualquier otro fabricante.

¿Es la home de Microsoft o la de Nokia?Pero quienes sí parece que han realizado un viraje estratégico importante son Microsoft con Windows Phone y Google con Android.

Por un lado, Microsoft no tiene problemas en anunciar los teléfonos de Nokia en la home de su sitio web pese a que otros fabricantes como Samsung, LG o HTC también diseñan teléfonos para su Windows Phone. Microsoft y Nokia son (aún) empresas diferentes pero está claro que su acuerdo estratégico tiene dos consecuencias. Primero, que deja un poco apartados al resto de fabricantes de hardware y segundo que su fabricante estrella, Nokia, diseña los teléfonos de forma conjunta con los diseñadores y programadores del sistema operativo. Es decir, el mismo modelo que aplica Apple pero con dos empresas que mantienen una alianza en lugar de una única compañía.

Samsung y Android
Y Google hace exactamente lo mismo con Android. No es casualidad que la presentación mundial de Android 4 Ice Cream Sandwich se realizase en Hong Kong conjuntamente con su aliado estratégico Samsung. La alianza va incluso más allá ya que el teléfono que la propia Google comercializa en su web, el Nexus, es fabricado por Samsung.

Todo ello pese a que el ecosistema Android está enormemente poblado con otros fabricantes de gran tamaño como Sony Ericsson, HTC, LG, Huawei, ZTE, Acer o Motorola.


La innovación y la competencia

Los fabricantes de sistemas operativos para teléfonos móviles y tabletas parecen haber aceptado de facto la visión de Apple de que no puede conseguirse una gran experiencia de usuario si el software y hardware no se diseñan conjuntamente.

Apple lo lleva al límite haciendo todo el desarrollo de producto internamente al tiempo que Google y Microsoft lo hacen manteniendo alianzas estratégicas con un único proveedor, aún cuando permiten que otros formen parte del negocio.

Surgen algunas preguntas: ¿Fomenta más la innovación la competencia de fabricantes o es mejor trabajar en profundidad con uno solo? ¿En qué situación quedan fabricantes como HTC? ¿Acabarán estas estrategias alterando por contagio el mercado del PC?


Enlaces relacionados:

     › Dicen que estamos en la era post-PC
     › Apple, Google y Microsoft están de acuerdo en algo
     › Los SMS y las faltas de ortografía
     › Tecnología elitista en tiempos difíciles


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¿Son compatibles la web y la televisión?



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La televisión de Google, Apple y Microsoft
Apple, Google y Microsoft están a la carrera por posicionarse en el mercado emergente de las televisiones inteligentes, la televisión IP, la televisión web o como quiera que se le termine llamando.

La idea a priori no parece mala y plantea dos grandes ventajas: poder consumir en la televisión los servicios de la web y poder utilizar Internet como medio de transporte. Empecemos por la segunda, y dejemos la diversión para el final.


Internet como medio de transporte de la televisión

Televisión online o televisión con acceso a Internet
Transmitir la señal de televisión mediante redes IP no es nada nuevo ni a estas alturas sofisticado. IP ha demostrado ser un protocolo suficientemente abierto y flexible como para poder soportar cuantas cargas se le han ido echando y el futuro paso a IPv6 (si algún día termina ocurriendo) le garantiza el crecimiento y escalabilidad necesarios.

Al utilizar protocolos IP como medio de transmisión se pasa de un modo 1 a N, donde los productores de contenidos tienen una programación y los consumidores (en masa) deben adaptarse a ella, a un modo 1 a 1 donde es el consumidor quien decide qué programa ve independientemente de la hora a la que éste se transmita. Es el concepto de video-club online llevado al extremo ya que permite incorporar a la televisión las ventajas respecto al poder de decisión del consumidor de las que ya disfrutan, por ejemplo, los periódicos online o YouTube.


Las diferencias de consumir web y consumir televisión

Ver la televisión es una actividad radicalmente diferente que navegar por la web. Navegar exige activar partes de la región prefrontal del cerebro asociadas a la toma de decisiones ya que una vez tras otra se debe decidir qué partes de la pantalla leer, si hacer scroll o no, si pinchar en uno u otro enlace, volver atrás,... Durante la navegación web se genera adrenalina, una hormona de acción.

Dormido frente a la televisión
Sin embargo, ver la televisión es una actividad absolutamente pasiva. Únicamente hay que sentarse delante del televisor y dar rienda suelta al cerebro para que comience a segregar serotonina, la hormona que regula el humor, el estado de ánimo y el sueño, entre otras cosas; no hay que tomar ningún tipo de decisión, a lo sumo cambiar de canal si el contenido no engancha (no se genera suficiente serotonina) o hay un corte de publicidad.

Quizá por eso no molesta estar viendo la televisión de forma pasiva junto a otras personas, pero nos incomoda un poco más estar viendo contenidos de la web cuando es otro quien maneja el ratón.

Tampoco es lo mismo ver contenidos en un teléfono móvil, un PC/tableta o una televisión de 32 pulgadas. La distancia a la que se sitúa el dispositivo (se sigue instintivamente la regla 1-2-10 para determinar el número de pies de distancia al que se sitúan el móvil, el ordenador y la televisión respectivamente) afecta radicalmente a lo que el usuario recibe a través de sus sentidos.

Según parece, el nivel de concentración y aislamiento de la realidad disminuye a medida que aumenta el tamaño de la pantalla: la pantalla del móvil nos aísla por completo, el PC y la tableta nos aísla, aunque menos -tenemos más conciencia de lo que ocurre a nuestro alrededor- y la televisión nos aísla bastante poco, lo que la convierte en un medio mucho más social.

Es fácil comprobar esto último al ver como en ocasiones hay varias personas en corrillo manejando su teléfono móvil, absolutamente absortos y sin tener la más mínima consciencia de lo que está haciendo o diciendo la persona que tiene a apenas 50 centímetros de él. Esto ocurre en muchísima menor medida cuando están delante de una televisión.


Tres empresas, tres enfoques

Microsoft ha aprendido que los usuarios no quieren cosas complejas en la televisión y lo ha aprendido de la forma más cara: mediante la experiencia. Quizá por ello su propuesta de valor sea ahora un simple "Your TV. Everywhere" que básicamente hace referencia a las ventajas de Internet como medio de transmisión y se olvida por completo de intentar llevar un desktop de Windows (eso era básicamente Windows Media Center) a la televisión del salón. En su nueva apuesta juega con una gran baza, Kinect y Xbox.

Apple no es menos y su amor por lo sencillo está claramente reflejado en su "Apple TV - Alquila los últimos estrenos en HD sin moverte" que únicamente hace referencia a la capacidad de llegada de Internet  permitiendo acceder a cualquier contenido, a cualquier hora y desde cualquier lugar. De entrada, se olvida por completo del resto.

Sin embargo, el enfoque de Google es "TV, apps, search and the entire web... together at last. Your TV just got smarter" que, en esencia, se parece mucho a lo que Microsoft intentó hace años con Windows Media Center. Cuesta pensar en varias personas viendo la televisión en el salón mientras uno de ellos pone en pausa la película para hacer una búsqueda en Google. El lío está garantizado.

¿Cual es más acertado?


Enlaces relacionados:

     › www.apple.com/es/appletv
     › www.google.com/tv
     › www.microsoft.com/mediaroom



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Tecnología elitista en tiempos difíciles



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iPhone con diamantes
En unas semanas aparecerá el nuevo iPhone y casi con absoluta seguridad volverán a repetirse imágenes de impacientes clientes haciendo cola en la calle durante toda la noche para ser los primeros en poseer su preciado tesoro. Y lo mejor de todo, serán realmente felices por haber tenido el privilegio de pagar en torno a 600 € por un teléfono móvil.

Probablemente, el ser humano es la única especie de la cadena evolutiva con la capacidad de pensamiento simbólico suficiente como para pagar 600 € por un teléfono móvil, teniendo en cuenta la complicada coyuntura económica y el sueldo medio de la zona Euro, que se sitúa algo por encima de los 27.000 € brutos anuales (unos 1.500 € netos mensuales en catorce mensualidades).

Salario medio bruto en la UE
Vistos los números, cualquiera diría que nos hemos vuelto todos locos. O tal vez ha surgido una legión de descerebrados de debajo de las piedras. Pues parece que ni lo uno ni lo otro.


Poder simbólico

El iPhone o el iPad son una categoría de producto en sí mismos. En el caso del iPad hay una clara asociación marca-producto, tal y como le ocurre a Donuts, Albal, Bitter Kas, Dodotis o Tampax. La gente en general habla de iPad cuando quiere referirse a una tableta cualquiera. En el caso del iPhone ocurre algo parecido ya que Apple ha conseguido convencernos de que existen dos tipos de teléfonos: iPhone y el resto.

Ambos crean su propia categoría de poder simbólico. Tal y como ocurre con los coches, poseer un buen teléfono móvil, y el iPhone lo es, se asocia consciente o inconscientemente con un determinado estatus social y económico y eso, en parte, justifica las colas.

Incluso hay estudios que se atreven a asociar el disponer de un determinado tipo de teléfono móvil con la probabilidad de tener relaciones sexuales.


Cambio de reparto económico
Incremento del gasto en los hogares 1997-2009

Pero hay algo más que se está obviando y es que el reparto del gasto en las familias ha variado sustancialmente en los últimos años.

Según los datos del INE, entre los años 1997 y 2009 el grupo de gasto que más ha crecido en las familias ha sido el dedicado a las comunicaciones que engloba tanto la compra de terminales como el gasto corriente en teléfono. De hecho, ha crecido a un ritmo 10 veces superior a otros grupos como la enseñanza o ropa y calzado y a más del doble de velocidad que gastos que se sabe que han crecido considerablemente como la vivienda.

Y la tendencia a aumentar el consumo telefónico parece que se acelera porque centrando el análisis en los últimos cuatro años se puede observar que el gasto por este concepto ha pasado del 2,84% al 3,36% del presupuesto total de gasto de las familias que, para cubrir este incremento, retraen el consumo en todas las demás partidas salvo en la vivienda. De hecho, las comunicaciones y la vivienda son las únicas partidas de gasto en las familias que no se han visto afectadas por la crisis ya que son las únicas que crecen entre 2008 y 2009.

Gasto en las familias 2006-2009

La necesidad de comunicación de los humanos es evidente, tanto que a juzgar por los datos se podría afirmar que las familias consideran el creciente gasto telefónico como un elemento de primera necesidad, por encima de la salud, enseñanza, ropa y calzado... Curioso.


Bola extra 1

Buceando un poco más en la Encuesta de Presupuestos Familiares se observa que el grupo de consumo 8 está formado por dos subgrupos, uno dedicado al coste de los terminales y otro al consumo en sí. Los datos dicen que el primero baja ligeramente y que el segundo sube de forma considerable, y de ahí la subida del grupo en su conjunto.

Esto cuestiona en gran medida la información de las operadoras de que no es sostenible la financiación de los terminales ya que lo que pierden al regalar teléfonos lo recuperan con creces con la facturación mensual. Es más, a juzgar por los datos deberían ser los propios clientes quienes no quisiesen que las operadoras les financiasen -a un supuesto tipo cero- ya que esto repercute muy negativamente en su gasto mensual.


Bola extra 2

Es posible que todo esto justifique en parte el que en momentos económicos difíciles el mercado de PCs, como el de la práctica totalidad de bienes de consumo, esté sufriendo un duro ajuste mientras el iPhone desaparece de las baldas como un caramelo a la puerta de un colegio. Y probablemente es una razón mucho más sólida que la de que estamos en la era Post-PC. Cuando los bienes de consumo comiencen de nuevo a estar en la parte positiva de la gráfica será el momento de saber si el ajuste en el mercado del PC es debido a la crisis o hay algo más de fondo.


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Dicen que estamos en la era post-PC



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Levantas una piedra y aparecen varios analistas asegurando que estamos entrando en la era post-PC; una era en la que el PC perderá protagonismo en favor de otros dispositivos como smartphones, tablets, TV,...

Los líderes en el mercado de PCs no se han sabido sabido posicionar en el mercado de tablets o smartphones.
Hay muchos intereses en juego porque la mayor parte de los líderes en el mercado de PCs tienen cuotas más bien residuales en las nuevas categorías de dispositivos.

Es el caso de Intel frente a los procesadores ARM, Windows frente a Android e iOS o las máquinas de HP, Lenovo o Dell frente a Apple, Samsung o HTC.

Los dispositivos aumentan

Parece evidente que algo si está cambiando. El número de dispositivos conectados crece de forma espectacular, tanto que se estima que a finales de 2011 el número de dispositivos conectados a Internet -de cualquier tipo- será equivalente al número de personas sobre el planeta. En 2015 la tasa será de dos dispositivos por habitante y el crecimiento vendrá, fundamentalmente, de la mano de smartphones, tablets y comunicaciones máquina a máquina (M2M).

Sin embargo, el tráfico de Internet no irá a la par y los PCs seguirán siendo el elemento prioritario y fundamental a la hora de generar y consumir tráfico.

Tanto es así que la estimación de Cisco muestra que en 2015 el PC seguirá siendo líder con más del 55% del consumo sobre enlaces de datos wireless (WIFI, 3G,...) que es el reducto natural de smartphones y tablets.

Por supuesto, sobre enlaces no inalámbricos (cable, xDSL, fibra,...) el porcentaje del PC se mantendrá por encima del 95% y no hay que olvidar que los enlaces de este tipo suponen más de un orden de magnitud sobre los enlaces móviles.


Las aplicaciones

Si se atiende al crecimiento de las tiendas de aplicaciones de Apple y Android (ambas cerca de las 500.000 aplicaciones) uno podría pensar que ya no hay vida después de ellas. En este caso, la cuestión es qué entiende cada uno por Aplicación.

Tras un pequeño paseo por las tiendas se puede observar que hay cientos de aplicaciones cuya función es la de linterna. Es decir, encender al flash de la cámara para que el smartphone ilumine la noche. Lo mismo ocurre con software para la predicción meteorológica, recetas de cocina,... Algo similar en el mercado de PCs jamás tendría la consideración de aplicación y, como mucho, sería un gadget.
El número de aplicaciones se ha convertido en un elemento comunicador de marketing por encima de una razón tecnológica.

Las compañías han puesto el foco en disponer de cuántas más aplicaciones mejor sin pararse a pensar cuántas de ellas aportan realmente valor. Como es lógico, no todas las aplicaciones son de este tipo pero es claro que en las stores cuesta muchísimo más encontrar un software para editar hojas de cálculo que para conocer la hora de varias ciudades al mismo tiempo.

Terminando

Matar al PC no va a ser tarea sencilla. Los smartphones y tablets complementarán al PC en aquellas situaciones en las que lo más relevante sea la movilidad. Esto es, cuando la movilidad se anteponga de forma inequívoca a todas las demás variables.

Pero por mucho que insistan los analistas parece bastante irreal pensar que los tablets van a desplazar al PC en el entorno doméstico o en el profesional de oficina. E incluso en movilidad absoluta el movimiento probablemente no será tan brusco como lo pintan.

Lo que sí es probable es que los proveedores de los mercados de PC intenten buscar una mayor sintonía y un mayor look & feel con los nuevos dispositivos con el fin de posicionarse en un mercado al que llegan tarde. Seguramente veremos más PCs con discos de estado solido, más oferta de pantallas táctiles y sistemas operativos con grandes iconos y tal vez sin el concepto de ventana al más puro estilo de los smartphones.

Todo sea porque nuevamente volvamos a viajar con un único dispositivo. Ahora hay que llevar el tablet para el ocio y lo ratos libres y el PC cuando se quiere hacer algo en serio. Más el teléfono, lógicamente.

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Apple, Google y Microsoft están de acuerdo en algo



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¿Qué puede poner de acuerdo a Apple, Google y Microsoft?

No es el mercado de los sistemas operativos de escritorio, ni el de los teléfonos móviles y tabletas, ni el del software ofimático. Tampoco el de los buscadores y redes sociales. Y sin duda, tampoco el de la venta de contenidos online y la creación de marketplaces,...

Las tres compañías están de acuerdo en su deseo de modificar las condiciones para determinar la validez de una patente. La razón para ello es que la Corte Suprema de los Estados Unidos ha fallado recientemente a favor de una pequeña compañía canadiense (i4i) en su demanda contra Microsoft, imponiendo una multa de 200 millones de euros por infringir una de sus patentes. Apple y Google han apoyado a Microsoft durante todo el proceso ante la posibilidad de ser ellos los siguientes en ser demandados.

En el año 2010 se solicitaron cinco veces más patentes que en 1980.
Enlace de Interés: U.S. Patent Statistics Chart
La patente en cuestión es absolutamente peregrina ya que no está precisamente relacionada con un gran avance tecnológico. Es un simple editor de etiquetas XML, algo que Microsoft incluyó en Word 2003 y descontinuó en versiones siguientes.

Es más que probable que Michel Vulpe, el fundador y dueño de i4i, jamás soñase con obtener tanto rendimiento de tan poco desarrollo.


Patentando lo inimaginable

El problema es que la vorágine de registro de patentes es tal que es ya casi imposible patentar algo que no haya sido patentado previamente (en todo o en parte) por alguna otra compañía.

Por dar algunos números, en 1980 la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos aceptó 112.379 solicitudes. En el año 2010, apenas 30 años después, la cifra ascendió a 520.277 patentes.

Y como podría esperarse, las compañías de TI están muy bien posicionadas en el top 50 de número de patentes. De hecho, viendo algunas de ellas cuesta creer que con tantas patentes registradas sean capaces de tan poca innovación real (la que perciben los usuarios).

Para comprender esa disfunción habría que interpretar qué entiende cada compañía como avance tecnológico digno de ser patentado. Y en eso, el que no corre vuela.

Por ejemplo, está patentado el proceso (no la tecnología sino la descripción del proceso en sí) de cierre de un sistema operativo. Es decir, la sucesión de cosas que deben ocurrir para concluir con éxito el apagado de un ordenador. Y esa descripción de procesos se realiza al nivel de conceptos tal que "enviar una señal a cada aplicación para que se cierre y si no se cierra voluntariamente forzar su cierre".

Patentando avances a ese nivel es absolutamente imposible no tener litigios ya que cualquiera que plantee hacer un sistema operativo haría exactamente eso mismo.

Otro intento de patente plantea la definición de un mecanismo que impida la grabación mediante las cámaras de teléfonos móviles en lugares protegidos. El teléfono captaría una señal (¿de infrarrojos?) que forzaría el apagado de los dispositivos de grabación. Nuevamente, patentando una idea a un nivel tan conceptual se deja abierta la puerta a todo tipo de problemas legales con cualquier competidor que intente innovar.

Por eso no debe sorprender que haya tantas demandas cruzadas por utilización indebida de patentes:

  • Apple contra Samsung,  Nokia y HTC
  • Nokia contra Apple, Sharp, LG, Toshiba, Hitachi y QualComm
  • Samsung contra Apple
  • Microsoft contra Motorola y Android
  • RIM contra Motorola y Sharp
  • LG contra Sony
  • ...

Todos tienen razón porque todos son culpables. Plantean patentes a un nivel tan poco detallado que permite posteriormente hacer cualquier tipo de interpretación. ¡Si hasta el doble clic de ratón está patentado!

El caso de i4i pone de manifiesto como una pequeña compañía, jugando al mismo juego que los grandes proveedores de TI, puede plantearles graves perjuicios económicos al demandarles (y ganarles) por cuestiones absolutamente banales y sujetas a interpretación.

De fondo, está la capacidad que tienen las pequeñas compañías para innovar frente al aluvión de patentes de todo lo imaginable y parte de lo inimaginable.

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De un canal a infinitos canales



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No hay que retroceder demasiado en el tiempo para llegar al momento en el que las empresas veían la web como un nuevo y revolucionario canal en el que poder interactuar con sus proveedores y, sobre todo, con sus clientes.

Justo un paso antes, de lo que hace probablemente menos de dos décadas, las empresas tenían a su alcance los canales tradicionales de promoción comercial (agentes, prensa escrita, radio, trípticos,...) o los modernos medios audiovisuales como la televisión.

Los departamentos de marketing encargaban a una agencia de publicidad la creación de una campaña y ésta, una vez recogidas las ideas básicas a transmitir, la diseñaba y la ponía en marcha.

Telefónica, anuncio del año 1996
Más allá de la idea, en general todo el trabajo era realizado por la empresa de publicidad, desde el diseño de los contenidos, la adecuación a cada canal (prensa, radio o televisión), la contratación de espacios, etc.

La empresa únicamente tenía que tener claros los conceptos a transmitir, contratar la campaña y evaluar los resultados de la misma para medir su impacto.

Nota al margen: resulta divertido ver que no hace ni quince años Telefónica publicitaba las llamadas metropolitanas a bajo coste desde un teléfono fijo, un negocio que hoy es con casi total seguridad absolutamente residual en la cuenta de resultados de las operadoras.

Esta forma de gestionar la presencia en los medios fue también la tónica general en los primeros años de vida del canal web.

Multitud de canales

Las cosas han cambiado un poquito. Parece que nos adentramos en la era post-web; la web ya no es el canal o, al menos, ya no es el único canal. Las empresas tienen que hacer un esfuerzo tecnológico mucho mayor creando contenidos específicos para la web, mantener una actividad importante en Twitter, un adecuado perfil de empresa en Linkedin, mantener un óptimo PageRank en Google, crear campañas dirigidas desde Facebook, diseñar una aplicación para iPhone, otra para iPad, otra para Android, mantener foros de discusión, publicar un blog, un canal de vídeo en YouTube, un newsletter,...

Hemos pasado de un canal (la web) donde estaba todo a infinidad de canales. Parece una nueva iteración del ciclo centralizado-distribuido y todo apunta a que estamos en el punto de 'todo debe estar distribuido', lo que supone un enorme esfuerzo económico para las empresas que quieren estar presentes en todos los canales.

Porque estar en todos esos canales supone mantenerlos actualizados de forma simultánea y lo que podían ser ciclos de cambio aceptables en la web ya no lo son en los nuevos canales. No es descabellado pensar que se puede mantener una web actualizando contenidos una o dos veces por semana, pero esos ciclos ya no valen en Twitter o Facebook donde hay que estar actualizando contenidos ¡casi cada minuto!

En el anterior modelo gran parte del trabajo era realizado por empresas de publicidad pero, a diferencia de la televisión o incluso la web, la presencia en los nuevos canales exige necesariamente bidireccionalidad. Y esa bidireccionalidad provoca que en gran parte deba ser personal de las propias empresas quienes mantengan actualizado el canal, esos que ahora parecen haber sido bautizados como Community Managers.

Hace unos meses Wired publicaba un artículo con el sugerente título de The Web Is Dead. Long Life The Internet. Quizá un poco radical pero parece claro que gestionar la web es muy diferente a gestionar contenidos y tecnologías para TwitterFacebook, YouTube o iPhone y el reto tecnológico para los próximos años pasa por crear herramientas que permitan gestionar todos esos canales de una forma única y con una visión de conjunto. O sea, volver al modo centralizado.

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Calcule la edad de su empresa de TI



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Las empresas, al igual que cualquier ser vivo, describen un ciclo biológico que va desde el nacimiento, pasando por todas las etapas propias del crecimiento, hasta la madurez y posterior envejecimiento. Finalmente, a veces, acontece la muerte aunque a diferencia de los seres vivos las empresas tienen la capacidad de insuflarse botox de forma masiva y volver de nuevo a una etapa previa a la mayoría de edad. De hecho, si son hábiles, puede repetir ese ciclo de forma indefinida.

La edad de las empresas
Fuente: www.adizes.com
Entendiendo este concepto se puede comprender el motivo real que se esconde detrás de que el valor de las acciones de Apple bajen casi un 10% en solo un día tras conocerse que su presidente, Steve Jobs, anuncie una nueva baja médica.

Para ilustrar los pasos por los transcurre una empresa de TI utilizaremos los diferentes estadios propuestos por la metodología de Adizes en Managing Corporate Lifecycles. Analizando cada una de estas etapas se debería poder ubicar a cualquier empresa de TI y plantear los pasos necesarios para reubicarla en una nueva posición.


El enamoramiento y el nacimiento

Para que una empresa exista primero debe haber nacido y antes del nacimiento es necesaria una etapa denominada enamoramiento en la que el emprendedor se enamora de una idea. Durante esta etapa es tiempo de soñar y no pensar en exceso en la viabilidad económica. Lo importante es tener una idea que sea bien aceptada por los consumidores y todo está supeditado a ello. Sin embargo, tras el nacimiento se produce uno de los momentos con más riesgo de la empresa ya que, habitualmente, el emprendedor no es experto en finanzas y cualquier pequeño contratiempo puede poner en riesgo la viabilidad económica de la idea. Tal y como ocurre con los bebés, es la fase de la vida que presenta más momentos de debilidad.

Durante esta fase la figura del emprendedor es imprescindible ya que si por cualquier razón deja de estar comprometido con la idea la empresa simplemente desaparece. El emprendedor es clave, su empuje, tesón y capacidad de trabajo harán que la empresa comience sus primeras etapas de crecimiento.

Si la fase de enamoramiento no concluye con el nacimiento de una empresa se puede decir que se ha producido un affaire o un rollo de una sola noche.


Las etapas de crecimiento: Infancia, Go-Go y Adolescencia

La primera etapa, la infancia, presenta significativos ratios de mortalidad infantil, bien por falta de tesorería (el emprendedor se ha centrado en exceso en la idea y ha descuidado la gestión económica) o bien porque su interés por la idea decrece. Tal y como ocurría durante el momento del nacimiento, el emprendedor sigue siendo clave dado que es quien asume personalmente el rumbo de la empresa sin delegar ninguna decisión. Por tanto, durante esta etapa es clave un crecimiento equilibrado en cuanto al desarrollo de la idea y la gestión financiera.

No hay grandes referencias de empresas de TI en esta etapa dado que aún no tienen la relevancia ni la notoriedad como para ser conocidas en el mercado.

Superada la infancia se llega a la fase go-go. Durante esta fase la compañía comienza a tener éxitos y en ocasiones esto hace que tanto ella como su líder se vuelvan un tanto arrogantes. El rápido crecimiento inicial (hay que tener en cuenta que partía de cero) les lleva a pensar que pueden competir con los grandes del mercado, con los líderes ya establecidos. Llevado al extremo puede ser letal.

El líder sigue siendo imprescindible ya que aún se delegan muy pocas decisiones. La compañía, aún no teniendo un marketing bien definido, comienza a orientarse al mercado en lugar mirar únicamente al producto. Empieza a crecer pero sus sistemas de gestión interna no siguen al mismo ritmo. Hay grandes y manifiestas carencias en la gestión administrativa, financiera y de personal dado que lo importante y casi único sigue siendo la idea.

Logo de Facebook
Facebook es una empresa go-go. En Facebook todo gira alrededor de su creador Mark Zuckerberg (¿alguien conoce a algún directivo más de la compañía pese a tener varios miles de trabajadores?). No se concibe Facebook sin él. Y como compañía tiene la arrogancia necesaria para enfrentarse a Google y otros por la gestión de los contactos. Sin duda, tiene todas las características de una empresa en la fase go-go.

Llega la adolescencia y con ella llega el renacimiento de la empresa. Durante esta etapa será clave que el fundador aprenda a delegar en todo aquello en lo que puede encontrar mejores perfiles en el mercado. Deberá soltar la gestión económica, financiera, marketing, ventas, personas,... y probablemente seguir centrado en la estrategia, en la idea, en la diversificación,...

Este cambio provocará un relevo en la dirección general de la compañía pasando del emprendedor, el líder, a un director general profesional con experiencia al timón de grandes compañías. El líder continuará como presidente, ideólogo, estratega,... A su vez, este relevo en la dirección general provocará escaramuzas internas incipientes entre los de siempre y los recién llegados que, si todo ocurre con normalidad, cesarán en poco tiempo. Si no ocurre así habrá un divorcio entre los que aún piensan que la idea está por encima de todo y los que creen que además de la idea hay que tener un plan de negocio viable.

Logo de Google
Google es un ejemplo de empresa en la etapa de adolescencia. Ha sabido hacer una transición pacífica y su director general, Eric Schmidt, tiene tanta notoriedad como sus fundadores, dueños y estrategas Larry Page y Sergey Brin. Al tiempo, Google tiene un mercado muy bien diversificado desde su tradicional buscador Google.com y la publicidad con Adsense, investigación energética, TI asociada al sector sanitario, su propia televisión Google TV, un operador de comunicaciones sobre Internet con Google Chat,...


La madurez

Pasada la adolescencia se llega a la madurez, momento en el que la compañía iguala el enfoque estratégico con los sistemas internos de gestión. Hay una bien definida planificación estratégica y un correcto control de gestión, una clara orientación a resultados, una buena tesorería,... En general, la empresa está bien engrasada internamente. Gracias a la fuerza de su caja, en esta etapa la compañía tiene la capacidad de diversificar llegando incluso a comprar y crear nuevas empresas.

La empresa sigue aún creciendo aunque a menor ritmo que en la adolescencia y probablemente lo más importante en esta etapa es no caer en la auto-complacencia. Ha sido duro llegar pero lo será aún más mantenerse.

Logo de Oracle
Un ejemplo de esta etapa es Oracle. La compañía de Larry Ellison busca situarse permanentemente en la franja que separa la adolescencia de la madurez. Incluso el color rojo de su imagen corporativa intenta buscar un punto de impulsividad más propio de los adolescentes que de personas maduras. Al tiempo, este carácter impulsivo también permite que el mercado le perciba como una empresa con un alto nivel de innovación. Del mismo modo, quizá el hecho de que su fundador siga siendo la persona más conocida de la compañía es un rasgo que aún le une a la adolescencia.

Piensa diferente, de Apple
Al igual que Oracle, otra compañía que está continuamente a caballo entre la adolescencia y la madurez es Apple. La compañía de Steve Jobs es capaz de reinventarse constantemente creando tendencias. Su perfil es altamente innovador  y todo ello, en parte, gracias a su ideólogo. De ahí que si se anuncia su baja médica la compañía sufra un duro varapalo en bolsa de inmediato. Porque esa capacidad de reinventarse se debe en parte a su fundador.

Logo de IBM
Probablemente el exponente más claro de esta etapa sea IBM. El big blue busca con ahínco esta ubicación (no se concibe, ni probablemente desea, una IBM excesivamente aventurera) pero estar permanentemente en esta posición es probablemente una de las opciones más complejas. Debe saber combinar la experiencia y madurez con la capacidad de innovar y de reinventarse permanentemente. No resulta extraño por tanto que IBM compatibilice su imagen pública de compañía seria y con arraigo con ser la empresa con más patentes año sobre año y una inversión en I+D superior a los 6.000 millones de dólares.

Logo de Microsoft
El cuarto ejemplo de madurez es el de Microsoft. Su transición, el reemplazo de Bill Gates por Steve Ballmer, ocurrida hace unos años es un claro síntoma de ello aunque en el caso de Microsoft probablemente ahora mismo se encuentre en la franja derecha de la madurez, la que separa la madurez de las siguientes etapas. Microsoft necesita reinventarse a sí misma una vez que su líder e ideólogo ya no está en la compañía. Claros ejemplos de ello son su realineamiento hacia los servicios frente a su anterior modelo de negocio basado en la venta de cajas o su incondicional apoyo a un nuevo modelo de negocio basado en la nube. A esto último se ve obligada por la fuerza con la que empujan los que vienen por detrás, fundamentalmente Google.

En cualquier caso, todos ellos son capaces de mantenerse en la etapa de madurez sin dar grandes bandazos entrando de nuevo en las etapas de adolescencia, ni grandes parones tras los que caerían en las etapas de decrepitud.


Las etapas de decrepitud: Aristocracia, Burocracia temprana

Todo lo que no mejora, empeora. La decrepitud comienza cuando la compañía deja de ser flexible y le cuesta cada vez más adaptarse a los cambios del mercado. Ya no es creativa; es más, piensa que conoce los gustos del cliente mejor aún que el propio cliente y es este último quien debe cambiar para adaptarse a lo que produce la empresa.

Salón de los espejos en Versalles
Versalles, símbolo máximo de lujo, ego,
endogamia y ostentación
La primera fase de la decrepitud es la aristocracia. En ella el control de gestión manda sobre la estrategia y lo importante no es qué se hace sino cómo se hace y quién (dentro de la compañía) lo hace. La innovación es prácticamente inexistente a todos los niveles lo que hace descender el nivel de motivación de quien tiene la capacidad para llevarla a cabo pero no tiene los apoyos internos suficientes para iniciar proyectos.

La empresa aristocrática busca el aumento de facturación mediante el aumento de los precios y no mediante una mayor eficiencia o eficacia. Es su falsa sensación de supremacía la que le hace creer que el cliente está dispuesto a pagar más por sus productos o servicios. Esto le llevará a perder cada vez más cuota de mercado haciendo el problema cada vez más grande.

A diferencia de lo que ocurre con las empresas en las primeras fases de crecimiento, tienen una fuerte tesorería dado que no saben en qué invertir (las empresas go-go siempre tiene más ideas que capital). En parte, esa puede ser su salvación para volver de nuevo a la adolescencia o madurez, bien comprando tecnología o compañías que le permita reposicionarse en el mercado, bien reorganizando el poder interno de cada departamento para volver a dar más peso a las áreas de desarrollo de producto, I+D y marketing.

Cuando ya no son posibles más aumentos de facturación mediante alza de los precios se llega a la burocracia temprana. En esta etapa se reproducen todos los problemas de la fase anterior pero con mucha más virulencia.

La tensión interna es ya máxima y abundan los conflictos de personal. En ocasiones se inician cruzadas inquisitorias para identificar a los culpables de los problemas sin buscar las causas ni sus posibles soluciones. En ese escenario, la mejor forma de destacar es no crear problemas y pasar desapercibido. Es el triunfo de los profesionales grises. El centro de la compañía son los empleados y sus luchas internas y no el cliente o el mercado.

Logos de Nokia y Blackberry
No hay muchas referencias de compañías en estas etapas dado que en el sector TI se pasa de la madurez a la muerte a gran velocidad. La tecnología evoluciona a un ritmo vertiginoso y un fallo puede ser la diferencia entre estar o no estar entre quienes marcan las tendencias. Por citar algún ejemplo se podría hablar de Blackberry, Nokia o Windows Mobile que no han sabido leer los cambios que estaban ocurriendo en el mercado de los teléfonos inteligentes con la irrupción del iPhone y los teléfonos basados en Android.

Windows Phone 7
Microsoft ya ha reaccionado tirando por la borda veinte años de desarrollo en el sistema operativo Windows Mobile y empezando de cero el desarrollo de  Windows Phone 7. Ahora falta ver qué ocurrirá con Blackberry y Nokia, antes lideres y creadores de tendencia y ahora en absoluta recesión.


La Burocracia y la Muerte

Con la burocracia llega el momento de rehacer por completo el modelo de negocio o resignarse a desaparecer. La empresa ya no genera suficientes recursos para subsistir.

La empresa ya no es capaz de tomar decisiones. Los clientes no son capaces de obtener nada de útil de ella dado que cada vez que le plantean un problema la empresa responde con otros dos problemas más. De hecho, la empresa se vuelve sorda y simplemente no oye a sus clientes.

Sus sistemas de TI no están integrados ni responden a las necesidades del cliente. Pero esto tampoco crea malestar interno porque la organización es absolutamente endogámica y únicamente piensa en sí misma. Lo que está fuera de la propia empresa no existe. Se hace evidente que solo existe porque nadie se ha tomado aún la molestia de registrar su defunción.

Después de la burocracia sobreviene la muerte. Únicamente hay dos opciones para que esto no ocurra. La primera es que la empresa consiga un mercado de nicho suficientemente poco atractivo para la competencia que le permita seguir viviendo pese a ser nula en eficiencia, eficacia o innovación. Pero eso es cada vez menos frecuente dada la híper-competitividad y exceso de oferta que caracteriza a nuestro entorno. La segunda razón es que la empresa tenga un cliente cautivo. Nuevamente, para desgracia de este tipo de empresas, el concepto de cliente cautivo es cada vez más discutible. Nadie quiere, ni probablemente puede ni debe, ser cautivo de nada.


Conclusiones

Estar permanentemente en la etapa de plenitud no es fácil. Hay que saber combinar la visión a medio y largo plazo, la estrategia, con el control de gestión propio del corto plazo. Esto hará que haya pequeños vaivenes entre el final de la etapa de adolescencia y el principio de la etapa de aristocracia manteniendo siempre el centro en la madurez.

Para ello es fundamental la innovación, e innovar no consiste en sentarse a pensar que busca el mercado. Hacen falta líderes capaces de esforzarse en conocer muy bien al cliente y después tener la visión y valor necesarios para adelantarse a sus necesidades. Esto lo saben bien las empresas de TI, un mercado en el que los plazos de crecimiento y decrecimiento se estrechan al máximo. Si algo se hace bien se sube muy rápido pero por la misma razón se puede caer a la misma velocidad.

Todas las referencias son de grandes corporaciones multinacionales pero la metodología de Adizes es aplicable a empresas de cualquier tamaño. Volviendo al inicio, ¿somos capaces ahora de calcular la edad de nuestra empresa de TI?


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Rehenes del hardware



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Hace unos días se hacía público un fallo de seguridad de Sony en su consola PlayStation 3. El agujero de seguridad, tan infantil como gigante y épico, fue publicado por el grupo de hackers fail0verflow al que Sony ha denunciado, tal vez por mostrar al mundo su fallo de diseño.

Este descubrimiento permite que los legítimos dueños de la consola, es decir, quienes han pagado por ella, puedan cargar en la PlayStation lo que quieran, bien si es software autorizado por Sony -básicamente su sistema operativo y los juegos 'legales'- como si no lo es. De hecho, Sony ha perdido completamente el control sobre la verificación del software que se instala, y no tiene forma alguna de distinguir si ha sido autorizado por sus procesos de calidad y comerciales o no.

Leer esa noticia hace reflexionar sobre si un fabricante de hardware puede limitar el uso que su legítimo dueño puede hacer de él. Si trasladásemos esta idea a cualquier otro sector resultaría insultante o tal vez cómico ver como, por ejemplo, un fabricante de coches prohibiese circular a sus modelos por carreteras comarcales o carreteras que no tengan las rayas del arcén pintadas de un determinado color, del que tal vez tengan algún derecho de autor y por el que tal vez cobren algún canon a las empresas que se encargan del mantenimiento de las carreteras. Otros ejemplos podrían ser una lavadora que únicamente lavase ropa de una determinada marca o un reproductor de MP3 que solo permitiese oír música hip-hop o una televisión que solo pudiera ver un canal en concreto o... Es simplemente inviable. Entonces, ¿por qué esto se permite con los ordenadores?

Las motivaciones de Sony

Fabricantes como Sony con su PlayStation hacen referencia a la seguridad como una de las razones para limitar el uso. Pero la seguridad de quien, ¿la de Sony?, ¿la de los fabricantes de juegos?, ¿la de los usuarios?, ¿la de todos ellos?

Probablemente detrás de todo no haya más que un intento de proteger intereses comerciales. Las versiones previas de la PlayStation 3 -hasta hace no demasiado tiempo- tenían la opción de instalar el sistema operativo de Sony (la consola de juego normal) o una distribución de Linux. Con ello, se podía convertir el hardware de la PlayStation en un potentísimo ordenador que, entre otras cosas, podía ser usado para crear supercomputadores. No olvidemos que PlayStation 3 va equipada con procesadores Cell, igual que los mainframes.

¿Pero qué ocurriría si alguna comunidad de software libre decidiese adaptar el núcleo de Linux para crear una variante del sistema operativo que pudiera competir con el nativo de la PlayStation? Sin darse cuenta, Sony tendría la competencia dentro de su propia casa dado que su contrincante tendría acceso a los mismos recursos de hardware que él. De esa forma, muy a su pesar, Sony sería reposicionado desde su actual ubicación, líder de segmento controlando el mercado de juegos, a una posición marginal en el mercado de hardware de consolas; perdería todo el control sobre la base de software de las consolas y, por ende, también sobre el mercado de juegos (muy jugoso, por cierto) desde la PlayStation Store.

Ante esa posibilidad, Sony decide eliminar la posibilidad de que los usuarios decidan el sistema operativo que pueden instalar en sus equipos (y sus hace referencia a los clientes, no a Sony). Únicamente es válido el software nativo de Sony desterrando a Linux o cualquier otro sistema operativo. Es decir, Sony se arroga la potestad de decirle a sus clientes qué se puede y qué no se puede hacer con una propiedad privada.

Microsoft, Kinect y su marketplace

Otro caso actual de intento de protección del marketplace mediante el hardware ha sido el de Microsoft con su genial dispositivo Kinect. En el caso de Microsoft, sin duda, se trata de proteger la millonaria inversión de la compra de la tecnología de reconocimiento integrada en Kinect tras la adquisición de la licencia de uso a su fabricante, la compañía israelí PrimeSense (por cierto, otra genial tecnología con origen militar).


Por una parte podría entenderse como un movimiento lógico. No sería justo que una compañía invirtiese una importante cantidad de recursos económicos en un dispositivo que posteriormente pudiera ser utilizado por su competencia en igualdad de condiciones, sin que esta última hubiera invertido nada en I+D.
Pero tampoco se pueden poner puertas al campo y lo que Microsoft no permite (utilizar la tecnología de reconocimiento de movimientos fuera de la Xbox) otros lo harán. PrimeSense ha cerrado un acuerdo con Asus para utilizar esta misma tecnología en los PCs y recientemente ha liberado el API OpenKinect con el fin de poder utilizar este dispositivo en cualquier equipo de sobremesa equipado con Windows, LinuxMac.

El hecho de que Microsoft haya vetado el uso de Kinect fuera de Xbox y la compañía propietaria de la tecnología, PrimeSense, lo esté liberando bajo licencia Open Source podría ser considerado una pifia de tamaño mayúsculo por parte de Microsoft a la hora de cerrar el acuerdo de licenciamiento. Pero también puede ser una bien medida operación de marketing de Microsoft para convertir a Kinect en un estándar de hecho. Por un lado se asegura mayores ventas de dispositivos Kinect, por otro posiciona a Kinect como un estándar en todos los sistemas operativos (Microsoft podría crear animadversión en algunos de ellos caso de ser el impulsor principal) y por último prepara el desembarco de Kinect sobre la nueva versión de su sistema operativo. El tiempo dirá si la estrategia de Microsoft era el bloqueo de Kinect fuera de Xbox o esto era solo una táctica para que otros hicieran lo que él directamente no podía o quería hacer.

La Apple Store

La Apple Store es punto y aparte. Apple ha sabido rentabilizar al máximo el concepto hasta el punto de obtener un jugosísimo 30% de los ingresos por la venta de aplicaciones de terceros en su tienda de aplicaciones. Lógicamente, la mejor medida para defender el negocio es impedir las stores paralelas y por ello todos los dispositivos iPhone o iPad disponen de un mecanismo de protección que les impide instalar aplicaciones fuera de la tienda oficial.

Apple argumenta que esa comisión sirve para sufragar los gastos de operación (hosting, ancho de banda,...) de la propia tienda, al tiempo que el blindaje actúa como un mecanismo de seguridad al no permitir la ejecución de aplicaciones no revisadas por Apple.

Esto último, en parte, es cierto. Al no permitir la entrada de aplicaciones no autorizadas se está reduciendo de una forma muy importante la superficie de exposición al riesgo. Esta superficie es máxima en, por ejemplo, un PC donde el usuario puede instalar todo el software que desee. Con ello, muchas veces instalará software normal pero en alguna otra ocasión lo hará con software malintencionado. Así, al poder instalar únicamente aplicaciones revisadas se reduce enormemente la probabilidad de estos últimos supuestos.

Pero el precio que hay que pagar por ello es elevado, muy elevado. Apple actúa como censor diciéndole a sus usuarios lo que pueden y lo que no pueden hacer con sus dispositivos (y nuevamente, sus hace referencia a los clientes, no a Apple). Podría parecer lógico que impida la entrada de aplicaciones para generar spam o ataques de DDoS, pero no lo es tanto cuando también hace juicios morales vetando el contenido para adultos o la aplicación de WikiLeaks, o tecnológicos no permitiendo un sin fin de aplicaciones como emuladores de otras plataformas o el propio plugin de Flash, o comerciales no autorizando la entrada de aplicaciones musicales de terceros que representen competencia para su iTunes.

Esta forma de gestionar el mercado de aplicaciones erigiéndose en censor de lo que se puede y lo que no se puede hacer mediante las tiendas online tiene pinta de que irá a más. Hay ya fabricantes, sobre todo en el sector del entretenimiento, que han anunciado que sus futuros dispositivos se alejarán de los formatos físicos, y todo será descargado de la tienda online del fabricante, previos controles de calidad por su parte. De hecho, algunos fabricantes ya venden más títulos online que en soporte físico. Por otra parte, Microsoft ya ha anunciado una tienda online para su futuro Windows 8 lo que, unido a la tienda online de Android, sin duda, hará de los marketplaces un concepto de uso masivo.

Está por ver si el jugoso negocio que hay detrás de ser un comisionista de las aplicaciones de terceros no ciega a las compañías. Es bueno que haya un filtro respecto a lo que pueda representar contenido nocivo para los usuarios -aunque los fabricantes de antivirus no estén muy de acuerdo- pero de ahí a la censura no hay ni un paso. Veremos si finalmente triunfa el modelo cerrado de Apple, el completamente abierto de Google o alguno intermedio. Reconozco que cada cuarto de hora tengo razones para inclinar la balanza de uno o de otro lado.

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Microsoft: el mayor impulsor del software libre



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Lo sé, el título del post puede sonar a amarillismo o tal vez me he vuelto loco pero si siguen leyendo tres minutos más intentaré demostrar que lo primero no es cierto (o no del todo) y tal vez tenga suerte con lo segundo.

Partiendo de la base de que se tienen claras las libertades básicas del software libre (libertad para usar, estudiar, distribuir y mejorar) y que se tiene claro que software libre no tiene relación biunívoca con software gratuito, empecemos (si no fuera así recomiendo la lectura previa de wikipedia en su entrada sobre software libre).

El software libre suele denominarse también Open Source cuyo desarrollo está impulsado por la Open Software Initiative. Si bien ambos términos no son exactamente sinónimos desde el punto de vista filosófico (el primero hace referencia a planteamientos éticos y morales mientras que Open Source se centra únicamente en aspectos técnicos) son completamente equivalentes desde el punto de vista práctico y, de hecho, ambos movimientos trabajan juntos en el desarrollo de proyectos.

Un poquito de historia (la justa para poner en contexto)

Independientemente del momento en que cada uno apareció en escena existen dos personas claves en el desarrollo del software libre. La primera es Richard Stallman, creador del concepto de software libre y de la fundación que lo promueve. La segunda, como no, es Linus Torvalds, creador original e impulsor del sistema operativo Linux cuyo desarrollo fue la pieza angular del crecimiento y potenciación de los conceptos de software libre y código abierto.

En el caso de Stallman, la historia cuenta que a mediados de los años 80, cuando el software comenzaba a tener restricciones de uso (hasta entonces era desarrollado y compartido fundamentalmente en las  universidades y en una industria absolutamente incipiente), el laboratorio en el que él trabajaba recibió una impresora como donativo. El software que gestionaba esta impresora presentaba algunas carencias que el propio Stallman se ofreció a solventar de manera desinteresada y para ello solicitó el código fuente a la empresa que comercializaba el software. Pese a que su interés no era lucrativo (únicamente quería solventar los problemas del software y estaba dispuesto a donar las mejoras a la empresa propietaria) la respuesta que recibió fue negativa y por ello, en 1984, Stallman comenzó a trabajar en el proyecto GNU, y un año más tarde fundó la Free Software Foundation introduciendo una definición para free software y el concepto de copyleft como mecanismo para dar a los usuarios las libertades citadas en el punto anterior y para restringir las posibilidades de apropiación del software.

Linus Torvalds es el creador del primer núcleo del sistema operativo Linux. Este germen de software, que en su momento tenía no más de 10.000 líneas de código, consta en la actualidad de más de 30 millones y es el exponente máximo de la corriente de software alternativo al de las firmas de software convencionales. Aunque Linus es el autor de no más del 2% de Linux se le sigue considerando el padre del sistema operativo y su persona es un referente para toda la comunidad de software libre.

La razón fundamental para el desarrollo de Linux, según el propio Torvalds, fue su ímpetu por la investigación y la búsqueda de una alternativa al sistema operativo Minix (variante de UNIX con fines educativos). No obstante, en la actualidad, lejos de ser un competidor para UNIX, se ha convertido en el referente de los sistemas operativos junto a Microsoft Windows.

¿Por qué nace el software libre?

Como se vio en el punto anterior, el software libre nace como rechazo al intento de privación de acceso a la propiedad intelectual, máxime cuando este acceso no estaba acompañado del correspondiente ánimo de lucro sino únicamente mejorar lo ya existente.

En este sentido, Free Software Foundation (no tanto Open Source Initiative) considera el software libre como un competidor del capitalismo, una forma de anarquismo práctico donde el copyright es una restricción del legislador sobre los mercados. De hecho, gran parte de las implicaciones políticas y económicas del software libre hacen alusión a varios conceptos y principios de claros tintes socialistas y anarquistas. Y aunque sería un despropósito pensar que el software libre solo tiene aceptación en función de  corrientes políticas (es un fenómeno a escala mundial) no pasa desapercibido el que cuatro de los diez países que más claramente lo apoyan a nivel institucional sean Brasil, Cuba, Venezuela y China.

Este tipo de razonamientos explican en gran parte los orígenes del software libre pero resulta difícil pensar que su enorme desarrollo se deba a elevados niveles de altruismo a nivel mundial o al gusto por los sistemas mutualistas o cooperativistas (formas asociativas muy similares al modo en que se organizan las comunidades de software libre).

Pero entonces, ¿qué ha provocado el enorme auge de este tipo de creación de software? Para intentar dar respuesta a esta cuestión se centrará el estudio en Linux dado que muchas de las respuestas serán posteriormente extrapolables al conjunto del software libre.

Los gurús nos aseguran que en todos los mercados maduros existen siempre tres tipos de actores: el líder, el retador y los peleles. Entre los dos primeros se reparten la mayor parte de la cuota de mercado siendo los peleles dueños de un porcentaje mínimo que habitualmente está asociado a nichos.

Observando el mercado de los sistemas operativos a mediados de los ’90 se constata el enorme crecimiento de Microsoft Windows en cuanto a licencias y cuota de mercado, lo que provocaba un considerable retroceso del resto de competidores. Así, Microsoft consiguió sacar del mercado a sistemas operativos como IBM OS/2, Novell Networks, Banyan Vines,… reduciendo al mismo tiempo la cuota de la mayor parte de los sistemas operativos derivados de UNIX en el mercado en el que en esos años Windows era su competencia (gama media-baja en aquellos momentos). Es decir, Windows estaba constituyéndose como el líder del mercado de sistemas operativos de usuario y de red para entornos de computación medio o bajo.

En esta coyuntura el panorama se pintaba de forma que existía un claro líder pero ¿y el retador? Nadie en la industria del software había conseguido pasar de pelele frente a Windows dado que las cuotas de mercado y aceptación de sus competidores estaban bajo mínimos. Esta estrategia, que podría parecer la ideal para cualquier empresa, maximizando las ventas y por tanto los beneficios, no tardaría en cobrar su peaje a Microsoft.

En la medida en que nadie en la industria de TI era capaz de plantear una alternativa razonable al monopolio de Windows 95/98 y Windows NT y posteriormente al ya omnipresente Windows 2000, las comunidades de software libre tomaron el testigo haciendo evolucionar a Linux hasta posicionarlo como un retador creíble. Es decir, dado que los competidores convencionales no eran capaces de hacer sombra a Windows, apareció la mano invisible (Adam Smith) de la economía reordenando el mercado. Aparecía de este modo un nuevo jugador o, mejor dicho, un nuevo tipo de jugador: el de los fabricantes de software no alineados.

La postura inicial de Microsoft (durante más de 15 años ha sido así) fue la de ningunear a Linux haciendo como si no existiese -no aparece referencia alguna a Linux en los documentos públicos de Microsoft hasta bien entrada la primera década del siglo XXI-.  Parafraseando a Peter Drucker en un texto que bien podría haber sido escrito pensando en la lucha entre Microsoft y Linux los grandes fabricantes y proveedores que predominan en el mercado y que han tenido éxito sin cuestionamiento durante muchos años tienden a ser arrogantes. Al principio, descartan al competidor recién llegado por insignificante y aficionado. Pero incluso cuando ese recién llegado consigue una parte cada vez más grande del negocio, les cuesta trabajo movilizarse para reaccionar. Esto, unido a la animadversión propia hacia los monopolios, no hizo sino echar leña al fuego de la comunidad de software libre.

En resumen, una de las causas principales del repentino y vertiginoso crecimiento de Linux se debe a la no existencia de competencia. Microsoft se erigió como un monopolio de hecho y, aunque es fácil decirlo a posteriori, no supo gestionar adecuadamente su inmejorable posición de liderazgo. Sus tácticas comerciales y de marketing, en ocasiones al límite de la legalidad, asfixiaron hasta tal punto a sus competidores que permitieron la irrupción de un jugador que desequilibraba y no se ajustaba a las estrategias habituales del mercado.

En palabras, nuevamente, de Drucker: Hay una máxima posición de mercado por encima de la cual puede no ser aconsejable colocarse, incluso sin leyes antimonopolio. El dominio del mercado tiende a adormecer al líder y produce una tremenda resistencia interna a cualquier innovación y, por eso, hace sumamente difícil adaptarse al cambio. Y existe también una resistencia muy bien fundada a depender de un proveedor dominante. A nadie le gusta estar a merced de un proveedor monopolista.

No resulta raro que el slogan defensivo de Microsoft frente a las demandas anti-monopolio fuese el de Freedom to innovate, queriendo indicar, es de suponer,  un cambio de estrategia por el cual se abanderaba la innovación como forma de luchar contra la autocomplacencia que provocan las situaciones monopolísticas.

Volviendo al dominio del mercado, obviamente, Microsoft superó ampliamente la posición óptima en varios ámbitos, entre ellos el de los sistemas operativos de equipos de sobremesa, el de los navegadores de Internet y el de las herramientas ofimáticas, donde el dominio llegó a estar –y en algún caso aún está- por encima del 95% del mercado.

Quizá por ello la historia de Linux y su crecimiento es extrapolable en gran medida a muchas otras iniciativas del software libre como el entorno de desarrollo de software Eclipse frente a Microsoft Visual Studio, el navegador de Internet Firefox frente a Microsoft Internet Explorer o la suite ofimática OpenOffice frente a Microsoft Office. En este último caso, la aparición de la suite ofimática de software libre respondía a la desaparición del mercado de suites comerciales como IBM Lotus SmartSuite o paquetes muy populares en su momento como Wordperfect. Nuevamente, la capacidad de Microsoft para llevar al límite las teorías darwinianas en las que solo uno puede sobrevivir propició la aparición de alternativas no previstas, en parte debido a una variante inesperada de la mano invisible.

Otras muchas iniciativas del software libre, en su mayor parte posteriores, han nacido asociadas al notable éxito cosechado por Linux y casi siempre con Microsoft como enemigo irreconciliable. Esto no es casual dado que, con motivos o sin ellos, Microsoft está posicionado como el referente en el polo opuesto a las teorías que promueven las comunidades de Open Source (aunque últimamente Oracle, tras la compra de Sun, parece querer desbancarle de ese dudoso honor tras la retirada de Open Solaris o la demanda contra Google por la patente de Java).

Resumiendo, el auge del software libre se reparte a partes iguales entre una agresiva política comercial y tecnológica de Microsoft frente a sus competidores y a la más absoluta incapacidad del resto del mercado para hacerle sombra tanto técnica como comercialmente.

Volviendo al presente

Para demostrar la teoría anterior analicemos un mercado: el de los sistemas operativos para dispositivos móviles. Hace diez años todo el mundo apostaba por Linux como competidor de Microsoft en el mercado de los dispositivos móviles. De hecho, no había más jugadores, solo estaban Microsoft con Windows Mobile y Linux con su micro-kernel para dispositivos de bolsillo. Hoy en día hay alternativas comerciales a Windows Mobile (Android de Google e iOS en el iPhone de Apple) que incluso le superan ampliamente en cuota de mercado.
¿Alguien se acuerda ya de Linux en teléfonos móviles? La respuesta: nadie, porque Linux tras muchos años intentándolo no pasa de un pírrico 3% de cuota de mercado en este tipo de dispositivos (Ver apartado de Cuota de Mercado en este post).

Otro ejemplo. Durante años la única competencia de Microsoft Office ha sido una iniciativa bastante poco exitosa: Open Office. Esto se produce por la manifiesta incapacidad del mercado para hacer sombra a Microsoft en el segmento ofimático, especialmente por parte de IBM con SmartSuite y Novell con GroupWise (antes WordPerfect).
Hoy en día hay un nuevo actor en escena, Google Apps, con un planteamiento disruptivo en la nube que parece si ser capaz al menos de plantar cara a Microsoft. Apuesto (y no tengo absolutamente ningún dato que lo respalde, es pura intuición) a que Google Apps tendrá más base instalada en 2011 que Open Office en toda su historia.

Lo mismo podría decirse, por qué no, de Mozilla, Internet Explorer y Chrome. En definitiva, aunque como en todo hay algunas honrosas excepciones (quizá Apache sea una), parece claro que cada vez que aparece un competidor digno en el mercado se relega al software libre -al de verdad, no al financiado o auspiciado por empresas concretas- a sus cuarteles de invierno.

Después de todo esto, ¿aún siguen pensando que el título del post es sensacionalista?

To be continued...

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