Hacia una ciudad amable



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'El 19 fue el siglo de los imperios, el 20 es de los estado-nación y el 21 será el siglo de las ciudades'. Wellington E. Webb, alcalde de Denver entre 1991 y 2003.

No iba demasiado desencaminado el señor Webb a juzgar por la imagen nocturna de Europa que nos ofrece Google Earth.

En ella podemos ver puntos de luz intensa que rápidamente se asocian a grandes urbes. Pero también pueden apreciarse grandes zonas oscuras, símbolo de regiones que comienzan a sufrir una fuerte e intensa recesión en cuanto a número de habitantes se refiere.

Y las proyecciones de Naciones Unidas no dejan lugar a dudas, las ciudades van a seguir ganando población (y por tanto territorio) de forma constante, tanto que en el año 2050 en algunos continentes las ciudades llegarán a superar el 90% de la población total. En términos absolutos, la población en áreas urbanas pasará de 3.300 millones en 2007 a 6.400 millones de personas en 2050.

Más datos. Un estudio reciente pone de manifiesto que los fallos en los sistemas de distribución de agua y su uso indebido provocan pérdidas económicas a las ciudades superiores a los 14.000 millones de dólares a nivel mundial.

Respecto al tráfico, se estima que los conductores estadounidenses pasan el equivalente de cinco días al año al volante (equivale a 3.700 millones de horas al año en su conjunto) y consumen un total de 9.000 millones de litros de carburante.
A Europa no le va mejor. La congestión de las ciudades (carburante, horas de trabajo pérdidas,...) le cuesta la Unión Europea más del 1 por ciento de su PIB, o sea, 100.000 millones de euros al año.
Y todo esto es aplicable casi en exclusiva a las ciudades ya que las estimaciones apuntan a que son responsables de más del 75 por ciento del consumo de energía y del 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

De continuar con el actual modelo de ciudades, los consumos energéticos llegarían a ser desproporcionados, la polución y la generación de residuos sólidos urbanos insostenibles y, en general, las urbes se convertirían en un lugar económica y socialmente poco recomendable para la vida humana.

Es ese el contexto en el que comienza a despegar el concepto de Smart City, como ciudades amables en el ámbito de la innovación tecnológica, social, ecológica y económica, todo ello relacionado directamente con los ciudadanos, el tejido industrial y la administración.

Centrándonos en la innovación tecnológica, las grandes compañías de TI ya empiezan a tomar posiciones y así tenemos a IBM con Smarter Cities u Oracle con SmartCity. Telcos como Telefónica, perdón Movistar, se están posicionando también en este nuevo segmento.

El secreto parece ser la información online y masiva

La base del éxito del concepto de Smart City parece radicar en información online y en grandes proporciones: colocar sensores de todo tipo y de forma ubicua que notifiquen cualquier cambio de estado de manera que se puedan tomar las decisiones más inteligentes en cada momento.

Se prevé que el número total de dispositivos conectados tenga un crecimiento exponencial en los próximos años, llegando a los 50.000 millones de elementos en el año 2020. Esta cifra no incluye PCs, dispositivos de mano ni en general nada utilizado por seres humanos. Este Internet de las cosas (IoT) hace referencia únicamente a dispositivos realizando comunicación máquina a máquina (m2m).

Parece que finalmente la predicción de Negroponte respecto a que hasta las Barbies estarían conectadas a Internet acabará siendo cierta aunque con diez años de retraso.

Habrá sensores conectados a Internet para medir el paso de vehículos y personas, analizar la humedad del aire, la humedad de una zona ajardinada, la polución, el porcentaje de gramíneas en el aire, el consumo energético de cada punto de electricidad, semáforos inteligentes, marquesinas de autobús informatizadas... y cosas que ahora ni tan siquiera somos capaces de imaginar. También habrá sensores más dirigidos a otros campos como la salud, de forma que se pueda medir en remoto el porcentaje de azúcar en sangre, la presión arterial, el ritmo cardíaco o cualquier otro indicador, muy útiles, por ejemplo, en el caso de personas mayores que viven solas.

El Internet de las cosas adaptado a la ciudad

No habrá que esperar mucho para ver sistemas de tráfico inteligentes en los que los transportes públicos tendrán siempre los semáforos en verde a su paso o para ver como los propios semáforos autoregulan sus fases de paso de cada cruce en función del estado del tráfico global de la ciudad, de si llueve o no, de si es víspera de vacaciones o de si en los siguientes cinco minutos va a terminar un evento multitudinario que provocará un aluvión de personas en los pasos de cebra. Y el semáforo no se regulará porque tiene un patrón predefinido sino porque será capaz de adaptarse a la realidad cambiante.

Habrá que convertir en dispositivos IP los semáforos, disponer de una tupida red de cámaras digitales que analicen -ellas solas- el movimiento de personas y vehículos, geoposicionar en tiempo real cada unidad de transporte público y muchas otras cosas, pero lo importante es que toda la tecnología está ya ahí.

Tampoco es descabellado pensar en sistemas de iluminación urbana o riego de jardines que se activen únicamente si es necesario tras analizar en tiempo real la luminosidad del ambiente o la humedad del suelo y la previsión meteorológica para las próximas horas. O contenedores de basura que están hasta el máximo de carga y exigen una rápida sustitución o vaciado. O sistemas de alertas integrados en las redes sociales que informan sobre el estado del aire o sobre el riesgo para las personas alérgicas al polen.

Y tampoco es una locura pensar que las personas mayores o enfermos crónicos que vivan solos estén transmitiendo información sobre su estado de salud a su hospital más cercano. Habrá que aderezar todo esto con la lógica protección a la intimidad (y no sobrepasarla) pero soluciones como estas tienen toda la lógica del mundo en un entorno en el que sus ciudadanos envejecen de forma lenta pero constante.

En definitiva, se trata de recibir la mayor cantidad de información posible para analizar los patrones que rigen la ciudad y finalmente tomar decisiones inteligentes que permitan optimizar la productividad de las personas y de los medios materiales de las administraciones, mejorar la salud, la sostenibilidad o cualquier otro aspecto que redunde en el bienestar de sus ciudadanos.

Se terminant

Tengo un colega que asegura que se empadronará en la nube tan pronto como el marco legal se lo permita. En su caso lo entiendo porque vive en una ciudad con una deuda superior a los 7.000 millones de euros (prometo que no es por meter el dedo en el ojo) pero creo que todo apunta a que el resto viviremos en un lugar un poco menos húmedo y esperemos que más amable.

www.tonsofit.com

Nota: aunque la traducción correcta de Smart City sería Ciudad Inteligente, me parece mucho más acertada la idea de Ciudad Amable como aquella que busca, mediante la tecnología en este caso, conseguir adecuar la ciudad a una escala humana.

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4 comentarios

  1. Hacia una ciudad amable...... ¿y a poder ser sostenible?.
    Manu, si nos centramos únicamente en lo que expones (las TI), creo que no cabe duda de que todos (y digo todos) estamos de acuerdo contigo, aunque se nos esté quedando pequeño el abecedario para direccionar tanto dispositivo autónomo como mencionas; semáforos, sistemas de riego, tostadoras, cafeteras, sistemas de iluminación y de climatización.... y no nos olvidemos de los edificios inteligentes con sistema domótico que hoy en día están tan de moda.
    ¡¡Cachis porreta!! Julio Verne lo ideó-profetizó con sus novelas y en su día le llamaron como poco visionario y mira que ha pasado.
    ¿Por qué no creer en lo que han imaginado, George Lucas con su planeta-ciudad "Coruscant" en la saga "La guerra de las galaxias", Philip K. Dick, con su ciudad superpoblada en su novela (luego plasmada en el celuloide por Ridley Scott) "Blade Runner" o la ciudad que aparece en la película "El quinto elemento" del director Luc Besson? Es fácil imaginar una civilización así sin entrar en profundidades ¿Verdad?
    Dejando de un lado la creatividad, y bajando otra vez al mundanal tema de las TI, vuelvo al asunto de identificar todo "aparatejo autónomo". El direccionamiento IPv4 se está agotando (si no está agotado, le queda muy poco) y a día de hoy, el IPv6 solo lo conoce quien lo trajo al mundo, dicho de una forma políticamente correcta.
    Por otro lado está el tema al que hago referencia en el título de mi post, ¿...sostenible?
    Hay unos cuantos factores que no tocas, pero el que me parece vital para que esa "ciudad amable" pudiera mantenerse (origen y solución del resto), el primordial, es el factor humano.
    A día de hoy necesitamos de la energía eléctrica para hacer funcionar todos los "gadgets" de que disponemos (corrijo, todo), pero para generar toda esa energía generamos demasiados desperdicios (a cualquier nivel) que todavía no sabemos cómo reciclarlos o deshacernos de ellos de una forma limpia. Solo somos capaces de generar energía produciendo desperdicios irreutilizables (CO2, desechos nucleares, plásticos....)
    La pregunta que hago no es, si podremos llegar a lo que afirma Wellington E. Webb sino, ¿llegaremos allí en condiciones aceptables?
    El tiempo lo dirá y deseo que estemos todos para verlo.

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  2. Lo siento pero me ganas de calle. Yo no soy muy cinéfilo y solo tengo ojos para Julia Roberts. ;-))))

    Ahora en serio. IPv4 está ya consumido pero no creo que haya problemas con la migración a IPv6. En lugar de hacerlo con calma y de forma planificada lo haremos en el último momento, de noche y cuando ya no quede más remedio porque se 'para' Internet. Pero hacerse se hará; somos así. ;-)

    Respecto al consumo de energía, creo que los Mercados son muy sabios y cuando el precio del combustible sea superior al límite máximo que los ciudadanos están dispuestos a soportar aparecerán otros medios de energía más baratos y eficientes o dispositivos que consuman menos. Es la mano invisible de Adam Smith.
    Si lo piensas, los coches en USA consumían mucho porque tenían la visión de que el combustible era ilimitado y casi gratuito. No hay como empezar a subir el precio para que los estadounidenses empiecen a valorar coches con menos de 6.000 cc. Esa máxima lleva muchos siglos (tal vez desde siempre) siendo cierta.

    Esperemos verlo muchos años (no seas agonías) que el otro día me dieron la desagradable noticia de que me jubilo en el 2038; fíjate si nos queda para ir a 'dirigir' obras. ;-)))))

    Saludos, Manu

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  3. Solo espero que todos esos sensores sirvan para mejorar la vida de los ciudadanos de verdad y no para mayor gloria de algún político que no tenga mayor inconveniente en manipular la información cuando el sensor no dé los datos que el espera. Ya hay precedentes en alguna ciudad.

    Botella justifica en una directiva la supresión de medidores de polución

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  4. Aunque no supe exponerlo de una forma más calmada y con las pruebas que manejamos a día de hoy, creo sinceramente que me ha fallado el "cómo" y no el "qué". Siento haber parecido "apocalíptico" en mi post, me dejé llevar por mi gran defecto que es, "observar el bosque y no pararme a mirar la primera línea de árboles".
    En el fondo creo en el ser humano. Tantos años pifiándola y al final siempre hemos salido del atolladero. Aunque llevemos una temporada viviendo al filo del abismo.
    Con respecto a los mercados, todos o, casi todos sabemos que cuando les tocan el "cash", les entra el canguelo y congelan el "líquido", dejándonos al resto "helaos".
    Hablando de Adam Smith, teniendo en cuenta que era escocés y la fama que tenían..... ¿necesito más explicaciones?
    Jubilados, esa casta de privilegiados que podían hacer lo que querían porque la experiencia se lo avalaba. ¿llegaremos a conocer alguno en vida?
    Repito lo que dije como colofón en mi post anterior:
    "El tiempo lo dirá y deseo que estemos todos para verlo."
    ¿Políticos? Interesante pregunta;
    Siguiente ;-PPP

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